Friday, November 05, 2010

Carta al Psicólogo 2

Doctor, sufro de acedia. ¿Ud. sabe qué es eso? Soy el causante y la víctima del abandono. Podría hablarle de mi mujer, pero la verdad es que lo mío empieza mucho antes. De hecho sufro un tic nervioso que no me he podido quitar desde aquel primer gran abandono.

Le decíamos Angelita. Fue mi primera niñera y sólo recuerdo de ella lo que he visto en fotos y me ha contado mi abuela. Decía ella que siempre me dormía cogiendo un rizo de Angelita entre mis dedos mientra tomaba la teta. Todas las noches o todas las veces que me dormía. Lloraba cuando me faltaba. Y cuando me faltó definitivamente no dormí durante días. Doctor, este tic nervioso de tomar constantemente mi copete entre mis dedos viene de esa época. Podría decir que aunque mi mente no la recuerda, mi corazón no la olvida. Pero ella no fue ni la primera ni la única en abandonarme.

Mi madre estuvo y no estuvo en los primeros años de mi vida. Se quedó conmigo cuando no le quedó de otra. Me acompañó hasta donde le dió la paciencia. Luego mi abuela llenó sus abismos. ¿Sabía doctor que yo soy muy distinto a mis hermanos? Mis hermanos son igual de sociales, impacientes, y apurados. Yo soy solitario, reflexivo y resentido. ¿Por qué cree que es eso doctor?

No estoy culpando a mi abuela. De hecho la admiro y le agradezco por como me ha formado, Mi manera de ser me ha traído muchas satisfacciones pero también ha multiplicado los abandonos. A mi abuela la abandonó mi abuelo. Y con todo lo que me ha pasado con mi mujer sólo siento que estoy repitiendo su historia.

Todo empezó muy rápido y muy bien con mi mujer. La amistad, la confianza, el amor y el sexo. Luego el teatro se cayó. A mí primero, porque no pude seguirla amando con la misma fuerza al verla dormirse mientras le hablaba, abrazaba y amaba. Me alejé y me encerré en mi arte y mis juegos. Seguí con ella y no le retiré los apoyos más importantes, pero era claro que al amor se le estaba corriendo el maquillaje. Poco después ella también se alejó. Y disculpe Doctor que siga con la cursilería de la metáfora, pero mi mujer se vió obligada a pensar su vida como un escenario sin mí. Con tanto éxito que encontró accidentalmente un nuevo co-protagonista, otro hombre, por si ya lo confundí.

Han habido otras mujeres y otros miedos en mi vida. Pero ninguno tan pregnante como el del abandono. Siempre he creído que mi trabajo, mis amigos o mi mujer de turno me van a dejar en cualquier momento. Una paranoía con todas sus letras, Doctor.

Diana de algún modo bizarro me curó lo paranoico. Volvió reales mis miedos. Y lo que me mantenía despierto en las noches ya no era mi imaginación sino la realidad palpable, golpeable, exterminable.

Y siendo ese el caso, no sé que hago sentado en su diván. Sólo es cuestión de tiempo para que los delirios que tengo se vuelven las realidades que no soporto. Pero si usted quiere perder el tiempo podemos seguir Doctor.

No comments: