Saturday, February 01, 2014

Severino-gato esquizofrenico

Severino Mariduena apareció un día en el iPhone de una compañera del trabajo. Tomaba leche, retozaba, ronroneaba, y se veía generalmente feliz. Excepto que ese aún no era su hogar.  Se hizo muy amigo de Lila y Bigote en esa casa, veía televisión con la familia, pero su destino fue otro. Luego de una de serie de negociaciones mañosas con mi esposa, conseguí traerlo a la  casa a pocos días de llegado mi PS4. Jugaba Fifa mientras él dormía en mis piernas, la primera tarde que pasó en mi casa. En los meses siguientes pasamos los típicos dramas que se tienen con las mascotas: que las vacunas, que alguna urgencia de higiene y lograr que se adapte a este nuevo ambiente.  Pero tal vez lo más difícil fue lograr que se lleve con mis otros gatos.

Lina y Pompeo son una pareja madre e hijo que rescatamos de la calle. Lina siempre se paraba a pedir comida en la puerta de mi suegra, con una panza cada vez más gorda y embarazada.  Un sábado rompió fuente en nuestra vereda, dio a luz a 5 gatitos. Sobrevieron cuatro, tres se pusieron en adopción y Pompeo, el más engreído y gordo de sus hermanos, tuvo la suerte de quedarse con su madre. Si las dificultades nos dan razones para unirnos entre personas, la unión instintiva de esta madre e hijo superaban cualquier razón. Entonces entenderán mis dudas sobre lograr cualquier acuerdo  entre estos tres y el nuevo gato en casa.

Severino fue lo suficientemente necio en la otra casa para lograr que los otros gatos lo acepten, pero en mi casa tuve que mantenerlo en un ambiente separado. Entre llevarlo y traerlo con latas de friskies para sobornar el amor de Lina y Pompeo,  la cosa no pintaba bien. O al menos eso sentí por los arañazos que le daban. Pero Severino tuvo más fe que yo, y pronto logró que la Lina lo tolere y, poco después,  Pompeo.

Las sospechas de sida en la Lina me hicieron arrepentir momentáneamente de toda esta experiencia. Cuando parió,  Lina dio negativo en este virus. Como nunca salen  ni ella  ni su hijo, el único sospechoso era el gato nuevo. Mi miedo y frustración me hicieron plantearme la posibilidad de expulsar a Severino.  Pero hoy que los resultados del examen de sangre dieron negativo, finalmente me siento tranquilo y feliz de haberle abierto la puerta a un tercer gato.

Thursday, January 13, 2011

ABANDONÁNDOSE A LA MUERTE
capítulo 1


Llega como un rumor de algo que te urge recordar. Primero suena el mar, luego las olas de agonía de la gente en una suerte de coro infernal, cuyas notas laten y se expanden morbosamente.

Y luego lo ves, como un trueno líquido. Una ola de 30 metros de altura abraza por detrás a un edificio. Tuerce su estructura. Destella sus ventanas. Y cae como vómito ondulante develando en sus crestas los restos humanoides de sus víctimas.

Atestiguar su contenido es atestiguar tu propio fin. En el vientre de la ola se refleja tu rostro de pánico. Y un instante más tarde, en una secuencia de destellos ves al interior del líquido una avalancha de cuerpos, rostros y manos que vertiginosos te abrazan hasta la inconsciencia e inexistencia. Pero la ola ni te mata ni te moja y pasa a través tuyo, como una presencia espectral. La ciudad sigue de pie contigo, y todo parece normal, salvo tu mirada y la de los demás que se enfocan en el brillo mortuorio que se divisa por donde probablemente avanza la ola.

A la mañana siguiente, las primeras planas de los diarios ignoran unánimes el evento. O tal vez no hacen caso de lo que sospechas fue una alucinación colectiva. Tu cuerpo aún lleva algo de la electricidad del momento. Tu respiración aún no consigue del todo llenar tus pulmones. Este cansacio impertérrito te dice que el cataclismo de espíritus existe y que ya vendrá la oportunidad de volver a invocarlo.

...continúa...

Thursday, January 06, 2011

Aventuras Peludas


Capítulo 1

Cuchi caminaba por un terreno que se deshacía entre sus patas. Como una especie de polvo que la enterraba con cada paso que daba. Una especie de sábana ocre/naranja y cálida se extendia por donde quiera que fijara su mirada. Cuchi no sabía dónde estaba. Sólo sabía que era un poodle y que tenía sed.

Había quedado con el Ricky, un labrador, y el Mugroso, un poodle más grande, en hallar algo de comer y de beber. Pero hasta ahora sólo había encontrado más de ese polvo naranja que pugnaba por colarse por su trufa. Temía abrir la boca y tragárselo. Pero el calor era tal que el cansancio corría hecho lágrimas rojas, desde sus ojos hasta sus patas, y desde sus patas hasta el polvo naranja que pisaba.

El calor que sentía en sus patas le recordaba el pollo que hace unas semanas le preparaba Paqui. En ese tiempo en el que podía darse el lujo de comer según su antojo, y dejar las bolitas regadas en su sapo y en el piso. Mientras avanzaba, el recuerdo de esas bolitas le agijoneaba la cabeza y el estómago. Ya no le importaba sacar la lengua. El calor era demasiado como para hacerle ascos al polvo naranja. Polvo que hacía peso sobre sus párpados y amenazaba con cerrarle los ojos, tal vez para siempre.




Capítulo 2

Sobre el polvo ocre/naranja yacía una masa casi informe de pelos blancos. El viento, el calor y todo lo demás había conspirado para volver irreconocible lo que la arena escondía. Un graznido sonó, seguido de un buitre que se posaba sobre los pelos blancos. El animalejo movía el polvo con un cuidado clínico. Su respiración hacía caer más granos de los que pretendía. De repente, sin esperarlo, develó un ojo enmarcado por todos esos pelos blancos. Dentro de éste, un brillo rojo lleno de un odio ancestral se fijó sobre él, paralizándolo. Al instante, unas fauces abrazaban su cuello , desgarrando la poca vida que le restaba tras ver ese odio animal. Finalmente Cuchi tenía qué comer.



Capítulo 3

Ahora Cuchi trataba de volver sobre sus pasos. Aunque el viento había hecho lo posible por borrar su rastro, aún quedaba algo del olor de sus huellas para guiarla por esa sábana ocre infernal por la que andaba.

La sangre del buitre que llevaba en su trufa, y que mojaba su lengua, le hacía pensar en el plan que había urdido para atraparlo. Había recordado una imagen en un periódico que leía su ama/mamita, sobre el cuál había hecho su ley acostándose para que le prestaren atención. Era un pajarraco que merodeaba en lo alto a un animal que había desfallecio sobre un polvo ocre parecido al que ella cruzaba. Se le ocurrió que si se echaba y esperaba, uno de estos animales se le acercaría lo suficiente como para someterlo. El sabor salado de la carne entre sus dientes era un firme recordatorio de todo lo que había conseguido este día.

Mientras disfrutaba su cena, una voz familiar hacía eco por el viento. "¡Cuchi!" "¡Cuchi!" Cada vez más alta y cada vez más insistente. De repente los bordes de su horizonte empezaron a difuminarse con una luz lechosa que volvía todo blanco. De repente sólo podían verse sus ojos negros rodeados de esta blancura ajena, hasta desaparecer completamente.



Capítulo 4

Cuchi abría los ojos. La imagen se aclaraba y revelaba a un rostro familiar. Una sonrisa optimista con una mirada un tanto cansada, enmarcada por un cabello paradójicamente oscuro y radiante. Era su mamita quién, al tomarla en brazos, revelaba detrás de ella un líquido verde casi tan infinito como la arena de la que había despertado. Era el mar. Estaba en la playa. Ahora respiraba más tranquila sabiendo que todo había sido un sueño. Nuevamente vivía la realidad en la que los humanos vivían engañados, pensando que ellos eran los amos y ella era la mascota. Cuando la verdad era todo lo contrario.

Tuesday, December 28, 2010

Om

Todo sigue un ritmo.
El "om" meditativo de los budistas.
Los latidos del corazón.
El vaivén de las olas.
El correr de las horas.

Es una sinfonía que existe estemos o no para escucharla. Poder estudiarla es posible. Pretender cambiarla es improbable.

Nos cierra, nos somete, nos limita. Y aunque a ratos no seamos más que esclavos frente a ella, podemos guiarnos en ella y llevar una vida donde sentirnos menos perdidos.

Puedes escuchar este ritmo.
En la conciencia que te acosa por lastimar a quién amas.
En la adrenalina que te grita cuando crees no poder más.
En el orgasmo, sincero amanecer de tus sentidos.

No somos libres. Pero al menos nunca estamos solos. Somos tan víctimas y esclavos del eterno estremecer sonoro, de la singuralidad, de la más grande densidad en la que año a año se ahoga la humanidad.

A veces existir es demasiado pesado como para poder escribir con claridad.

Monday, December 13, 2010

Reversión

En algún lado leí que el estado natural de las cosas es volver a hacer lo que alguna vez abandonaron. A esto se lo conoce oficialmente como reversión. Así, quién ha dejado de fumar, nunca dejará del todo ese deseo. Si te resentiste y "terminaste" con un amigo, es probable que lo vuelvas aceptar. Y yo me pregunto si lo mismo pasará con la infidelidad.

Yo he sido infiel. Normalmente pongo los cachos cuando el amor y la buena voluntad se me acabó hacia la persona con la que estoy. No le he sido infiel a mi esposa, pero estoy en un punto en el que no estoy muy lejos de esta reversión. Le fui infiel a Gia con una chica que trabajaba en mi casa. Le fui infiel a Natalia con Maribel. Y aunque Diana me fue infiel con el corazón, me propone desquitarme con ella libre de represalias y culpa. Pero no. Si llegamos a eso, prefiero abandonarla de golpe en lugar de hacerlo en traumatizantes cuotas mensuales.


En mi mente recorro constantemente lo que podría ser. Me pienso con Diana en una nueva casa, con su mamá, los dos felices y sin más problemas que que querernos y superarnos profesionalmente. Y luego me acuerdo que con la mujer con la que estoy ahora ya no tiene la confianza absoluta que me tenía al principio. Y entonces ya no quiero tener nada con ella. Ni siquiera la obligación de pensarla.
Y ahí empiezo a recorrer el otro camino.
Me imagino el 15 de enero del 2011, con todas mis promesas y deudas saldadas con ella. Con mi propia cuenta de ahorros donde ya tengo los $600 para el divorcio y una cantidad interesante de fondos para subsistir y gozarme el tiempo que me tome olvidarla. De hecho la semana anterior hice el trío que hace tanto tiempo quería. Por una vez me resulta bastante liberador poder recordar el sexo sin el peso del embarazo o la traición, y evocar ciertos instantes como mantras que me relajan. Y lo mejor: la puta no te traiciona porque los dos no se mienten diciendo que el compromiso va más allá del palo. Y aunque se vale repetir, no tienes porque cargar con su vida...sólo con el peso del cuerpo o de su culo según la posición. Al final no conseguí el depatarmento/suite en la zona norte como quería, pero tampoco tengo mucho de qué preocuparme. Casi todas mis cosas las dejé donde mi viejos y lo verdaderamente esencial lo cargo en un mochila y en un maletín. No confío mucho en el casero, así que procuro no dejar nada más que una que otra muda de ropa en los cajones y algún libro desperdiga por ahí. Ja, recuerdo la tarde en la que, regresando de Capo en bus, vi a través de la ventana una paloma deshecha por las llantas de un carro, muerta por lo que menos esperaba. Recuerdo lo identificado que me sentí, y como a mí también me mató lo que menos esperaba. Pero ya no estoy obligado a pensar en eso.

Así pienso esto dos caminos. El escape está más desglosado que la estadía, porque en esa ruta no hay nada a la vista que me pueda decepcionar. No hay quién traicione mi confianza. No hay espacio para sean deshonesto conmigos. Ni hay crisis ni apuro que enfrentar. No hay nada más que lo a mí me pueda importar.

Durante 4 años intenté estar con Diana. Renegué mi futuro mezquino, pensando en todo lo que ella podía ser para mí. Y ahora de eso no queda nada más que la desconfianza que cada día me come más.

No puedo estar con quién no puedo confiar y apoyarme absolutamente.

Sunday, December 12, 2010

¿Qué eres tú para mí?

Hoy me dijiste "Tú eres mi refugio".
Me abrazaste como hace años no lo hacías.
Y mientras pensé lo que tú dejaste de ser para mí.

Tú no eres el centro de mi vida.
Renegaste mi entrega, atenciones y obsesiones.
Mataste la única garantía que tenía de no volver a herirte.

Tú no eres mi inspiración.
Te desentendiste de todo el arte e ideas que sembrabas en mí.
Te abriste hasta reducir mi ánimo a lágrimas.

Tú no eres mi tranquilidad.
Te distancias cuando me frustro o amargo.
Y luego yo te pago con la misma moneda.

Tu no eres mi guía.
Te cuesta entenderme y sacarme de lo que siento.
Y me hundo mientras me acusas de necio.

Tú no eres la persona que necesito.
No puedes sacrificarte como yo lo he hecho.
Y así es muy probable que volvamos a herirnos.

¿Qué eres tú para mí?
¿Qué quieres ser tú para mí?

Cuando volviste de Quito.
Y en los meses siguientes.
Yo tenía claro lo que debía ser y hacer para ti.
Principalmente buscaba no volver a herirte.
Y tú destruiste la paz que te ofrecí.
Renegaste mi nueva sensibildad.
E insistes en actuar como si nada.

Cuando volviste de Quito.
A duras penas y sabías lo que debias hacer por los dos.
Incluso ahora dudas y me preguntas cómo proceder.
No reflexionas y sigues como si nada.

Estoy en un punto en el que no puedo garantizarte nada.
Allí estoy porque allí me has puesto.

Estoy en un punto en el que a duras penas creo y confío en ti.
Tu deslealtad, inconformidad y secretismo allí me ha puesto.

Estoy cansado.
Sigo haciendo cosas por ti.
Más por inercia que por convicción.
Ya no creo que seas la mujer por la cuál vivir o desvivirme.
Tu incapacidad de hacer lo que necesito allí me ha puesto.

Y al final, ¿qué soy para ti?
Un par de promesas que estoy próximo a cumplirte.
Y luego otra ausencia más con la que tendrás que lidiar.

Cuídate.

Wednesday, December 08, 2010

Estación

Estoy en una estación de trenes. Al principio o al final de un viaje, pero también en ninguna parte. Las estaciones son puntos de paso, lugares donde nadie busca quedarse pero al que lastimosamente todos estamos obligados si queremos llegar o evadir algo. Y yo me hallo aquí empujado por la inercia de haber gastado todas las posibidades de la ciudad de la que ahora parto.

La ansiedad cosquillea como un coro de moscas sobre mi pecho. La sensación usurpa mi percepción. La estación se transforma. Los trenes se liberan y su ruido se vuelve aún más circudante. El viento de sus ruedas peina y arranca mis cabellos. La urgencia de sus vagones desdobla el cuello de mi camisa. El calor de sus máquinas empaña mis lentes. Estoy en el centro de una red de rieles donde el metal traquetea con un tamborileo monótono y los vagones pasan a mis lados, debajo y encima mío. A pesar de la insistencia de los trenes, sigo sin decidir mi destino.

Pero esta bulla es preferible a los murmullos que tu desleal distancia me dejaron y ahora susurran:

Me amas...pero no como necesito.
Te tengo...pero con secretos.
Me piensas...pero no me necesitas.

Un tren se detiene. Lo abordo esperando que al menos me aleje. Me harté de la decepción conocida y me acojo a la incertidumbre que se me brinda.