Wednesday, December 08, 2010

Estación

Estoy en una estación de trenes. Al principio o al final de un viaje, pero también en ninguna parte. Las estaciones son puntos de paso, lugares donde nadie busca quedarse pero al que lastimosamente todos estamos obligados si queremos llegar o evadir algo. Y yo me hallo aquí empujado por la inercia de haber gastado todas las posibidades de la ciudad de la que ahora parto.

La ansiedad cosquillea como un coro de moscas sobre mi pecho. La sensación usurpa mi percepción. La estación se transforma. Los trenes se liberan y su ruido se vuelve aún más circudante. El viento de sus ruedas peina y arranca mis cabellos. La urgencia de sus vagones desdobla el cuello de mi camisa. El calor de sus máquinas empaña mis lentes. Estoy en el centro de una red de rieles donde el metal traquetea con un tamborileo monótono y los vagones pasan a mis lados, debajo y encima mío. A pesar de la insistencia de los trenes, sigo sin decidir mi destino.

Pero esta bulla es preferible a los murmullos que tu desleal distancia me dejaron y ahora susurran:

Me amas...pero no como necesito.
Te tengo...pero con secretos.
Me piensas...pero no me necesitas.

Un tren se detiene. Lo abordo esperando que al menos me aleje. Me harté de la decepción conocida y me acojo a la incertidumbre que se me brinda.

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