Thursday, January 13, 2011

ABANDONÁNDOSE A LA MUERTE
capítulo 1


Llega como un rumor de algo que te urge recordar. Primero suena el mar, luego las olas de agonía de la gente en una suerte de coro infernal, cuyas notas laten y se expanden morbosamente.

Y luego lo ves, como un trueno líquido. Una ola de 30 metros de altura abraza por detrás a un edificio. Tuerce su estructura. Destella sus ventanas. Y cae como vómito ondulante develando en sus crestas los restos humanoides de sus víctimas.

Atestiguar su contenido es atestiguar tu propio fin. En el vientre de la ola se refleja tu rostro de pánico. Y un instante más tarde, en una secuencia de destellos ves al interior del líquido una avalancha de cuerpos, rostros y manos que vertiginosos te abrazan hasta la inconsciencia e inexistencia. Pero la ola ni te mata ni te moja y pasa a través tuyo, como una presencia espectral. La ciudad sigue de pie contigo, y todo parece normal, salvo tu mirada y la de los demás que se enfocan en el brillo mortuorio que se divisa por donde probablemente avanza la ola.

A la mañana siguiente, las primeras planas de los diarios ignoran unánimes el evento. O tal vez no hacen caso de lo que sospechas fue una alucinación colectiva. Tu cuerpo aún lleva algo de la electricidad del momento. Tu respiración aún no consigue del todo llenar tus pulmones. Este cansacio impertérrito te dice que el cataclismo de espíritus existe y que ya vendrá la oportunidad de volver a invocarlo.

...continúa...

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