Monday, October 25, 2010

En la niebla de la caverna

Soy un cavernícola. No tuve la suerte de montar dinosaurios. Ni de cazar el alimento con mis manos. Pero soy un cavernícola porque el grueso de mi vida ha transcurrido dentro de una caverna.

No es de piedra ni de musgo el agujero que tengo en el mundo. Es de concreto, silicón, y electricidad. He vivido obseionado con los juegos y la tecnología. Y esta irrealidad palpable en el plástico y la pantalla me ha marcado con una neblina.

Ustedes ven y sienten a la gente. Yo sólo percibo sombras. Las voces apenas y son ecos. Me siento tan lejos incluso de los que quiero. Y en este frío distante en el que ni siquiera me calientan los abrazos, ¿qué amor puedo sentir?

Y sin embargo lo siento. La niebla no desaparece del todo, pero ahora noto su borde plateado y unos destellos que le faltan el respeto atravesándola. Y a veces te veo, y a veces te huelo. Y no sé que hacer. Todo esto me parece nuevo. Aunque ya me lo diste y la niebla no me dejó verlo.

Diana. Mi amor. Mi mujer. Mi amiga. Mi compañera. Mi fiel y necesario apoyo. Mi todo. Rompiste la oscuridad en mí, y a ratos me enloquece la cascada luminosa de todo lo que vuelvo a sentir por ti. Me embarga, me obsesiona, me alegra... pero también te asfixia. Te entiendo porque yo sentí lo mismo.

Al principio tu amor fue tan fuerte, que temí que te perdieses en él. Luego llegó tu ausencia y ahora fui yo quién se perdió al no tenerte. Fue muy duro verte dormir a media conversación, a medio beso, a medio chiste, a medio cuento. Y fue más duro lo que tuve que hacer para suplir la falta que me hacías. Luego volvió la niebla que ahora supiste desaparecer.

Diana, no estoy bien. Me siento muy frágil. A cada hora creo que el llanto me va a romper los dientes, y que no voy a alcanzar a esconderme en el baño. Estos dos años de maestros brasileños caídos, de profesiones con aspiraciones subteráneas, de colaboraciones que nunca despegan, de robos, de grandes amores de los que no soy parte, de familiares idos, de amigos que no responden... por mencionarte algo de lo mucho que me y nos pasó. Estos últimos dos años me mataron el odio, el rencor, el coraje, el resentimiento. Tal vez incluso la felicidad. Y ahora sólo quedan las lágrimas con las que ahogo tu tranquilidad cada noche.

Amiga, no estoy bien. Y la depresión que acompaña mi cumpleaños, junto con todo lo demás que ha pasado me está destrozando. Mi cumpleaños pasado fue una mierda. Principalmente por como te traté a ti y a a tus amigos. Sobre todo a Antonieta.

Si me entiendes... si después de recordar esto aún me tienes algo de cariño... te ruego que trates mi cumpleaños como un día más. Ni regalos, ni cantos, ni tortas... que sea sólo un día más. Pero no te olvides de abrazarme todo lo que puedas.

Ahora discúlpame... que el llanto me volvió a partir los dientes.

Te amo, Gracias por leerme y entenderme.

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