Thursday, October 28, 2010

¿El feriado para descansar de qué?

Maldigo el consumismo y la comodidad en la que estamos sumidos. Después de milenios de cazar nuestro alimento, reconstruir nuestros hogares entre hogueras de guerras, dormir sobre la existencia de nuestras familias extintas por plagas, hemos diluido nuestra capacidad de superviviencia a 8 horas laborables en el día, aumentar la panza por las noches, y fines de semana de nada, nada, nada.

Vivir se ha vuelto un bodrio. Y es tanto así que cada generación se vuelve más apegada a la ficción. Más pesa en nuestra mente la vida de seres que ni siquiera existen. Dr. House es más que papá. Donald Draper importa más que cualquier hermano. Grey nos resulta más cercana que nuestra madre. (Para ustedes que sólo ven televisión nacional, además de la adicción adolecen de mal gusto. Cultívense o escóndanse.) Vivir se ha vuelto tan fácil, que a nuestra vida le urgen los dramas. La tecnología ha facilitado demasiado el trabajo, la alimetanción, la reproducción, el entretenimento. Nos ha vuelto lentos y perezosos. Cada vez necesitamos menos esfuerzo y personas para lograr lo que queremos.

¿No se entiende? Dejen que lo explique con un ejemplo. Antes de los ipads, ipods, celulares o radios de transitores, estábamos obligados a interactuar para entretenernos o al menos pasar el tiempo. Ahora que la tecnología nos abre tantas puertas, vivimos en el encierro perpetuo de estar conectados constantemente a lo que nos gustan. Si creen que ustedes me importan lo suficiente por el tiempo que le dedico a este texto que leen... entérense que mientras lo escribo escucho mis canciones favoritos, juego póker en línea con un perdedor empedernido mientras me masturbo mentalmente con la última basura de Hollywood.

Nuestra familia importa, pero cada vez menos. Los almuerzos y cenas en casa son más inconexos. Las crisis famiiares las vivimos en función de lo que sentimos, detrás de una niebla emocional que vuelve imposible entender por lo que pasa el otro. Sólo nos importa lo que nos importa. Los demás son una interrupción, un puto corte comercial entre el frenesí de estímulos que aspiramos volver nuestra vida.

Pero ayer fue distinto. Ayer pasó una pendejada tan fuerte que sinceramente me siento sin ganas de vivir más dramas: reales o ficticios. Los libros, el cine y todas sus historias en este momento me resultan un accesorio a la mierda que se ha ido sumando a mi vida. Un mes, un día, una hora, un minuto a la vez. O a veces todas al mismo tiempo. Ya dejé de llevar la cuenta. O tal vez sólo me dejó de importar.

Así que en este modo de vida aletargado e irrelevante de los tiempos que corren... se viene un feriado que es un repetir del estado perezoso en el que vivimos sumido. Con el agravante, en mi caso, que yo vuelvo a mi casa a frentear el problema.

¡A ver si en lugar de descansar me pongo a trabajar por fin!

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